Acción:
El público en silencio. Mejor, no hay público. Un teatro, enorme, de los que no quedan. Vacío. Solo un telón rojo pasión descansando sobre el escenario. No se oye nada, ni el susurro del silencio.
Se abre el telón deslizándose sobre el pavimento, dejando paso un fondo oscuro. Comienza a iluminarse. Dos personas, qué digo, nosotros. Sí,
nosotros (y eso te incluye a ti, aunque no lo creas). Inmóviles. Mirándonos. No nos hace falta más. Me robas el aliento con tan solo mirarme así, sabes cómo ganarme.
Y, ¿ahora qué? ¿somos los protagonistas de una especie de película? ¿Somos dos tristes actores que no dicen lo que sienten, sino que se ciñen al guión? ¡DIME! ¿¡Qué somos!?
Él se acerca a ella, despertando del letargo al que estaban sometidos. Abandonan el planeta en el que se encontraban y vuelven a la sociedad. Ella pasó de estar paralizada, a comenzar a temblar. Un temblor de esos de amor, en el que tienes cosquilleo hasta en las pestañas a medida que él avanza; acabó por romper el tremendo silencio.
- ¿Qué haces aquí?- Dijo articulando palabras a duras penas.
- No te vuelvas a ir, por favor - Dijo susurrando a una distancia media entre su oído y sus labios. - No te vayas- (Con esos ojitos que él le ponía era imposible no esbozar una sonrisa.)
- No lo haré - (Contestó con una leve gesto de dulzura) - ¿Me echabas de menos?
- Hace mucho frío, ¿quieres mi chaqueta? - (Mira hacia oro lado)
- ¿Qué?¿Eso es un no? No, no existe el frío a tu lado, gracias. - Respondió siendo lo más arisca posible. La sonrisa se borro de su cara y las mejillas retomaron su color. Comenzó a ignorarle.
Él la buscaba con la mirada, ella le evitaba. Durante unos segundos se estableció un frío silencio. Silencio quebrado por una diminuta carcajada, realizada hacia el cuello de su chaqueta. (Creo que todavía soy capaz de recordar su olor, sí, inconfundible a kilómetros de distancia)
-¿En serio?¿De verdad lo dudas? Claro, como te quiero tan poquito... Es normal que pienses eso, ¿no? - Trató de bromear un poco y relajar el ambiente - Por favor, pontela, estás tiritando. Además, me gusta cuando me la quitas y se queda en ella tu olor, y así, cuando cruces la esquina y comience a echarte de menos una vez más, cerraré los ojos, la oleré, y pensaré que estás ahí, conmigo, a mi lado; donde me gustaría que estuvieses en ese momento.
-(...)-Fue incapaz de contestar.
- ¿Por qué tiemblas? ¿Estás bien?- Dijo mostrando interés y preocupándose por ella
- Si quieres que sea capaz de contestar da un par de pasos atrás, que si te encuentras a medio milímetro de mi cuerpo, no soy capaz de articular palabra.
(Él dio un par de pasos atrás, extrañado por su respuesta)
- Gracias- Se aclaró la voz y continuó - No puedo dejar de temblar, porque cuando te acercas, cuando me miras, cuando rozas mi piel, no soy capaz de controlarme. Digo lo que la situación me permite, y da gracias. No soy capaz de ponerme tu chaqueta porque, aunque me encante, se queda en mi ropa tu estúpido y adictivo olor; entonces, no paro de olerlo, y acordarme de ti, y cuando se va, siento como si me abandonaras, como si una parte de mi se hubiera marchado, como si te hubieras ido. Y eso no lo puedo soportar, me invade un sentimiento de tristeza que nunca vas a ser capaz de imaginarte, y solo por calmar un frío más que soportable con tu estúpida chaqueta. ¿Y sabes que es lo peor de todo? Que te quiero, sí, TE QUIERO. Y llevo mucho tiempo, haciendo el indio y tratando de evitar que lo supieras. Soy imbécil, lo sé. Y lo siento, pero tengo que incumplir mi promesa, me voy.
Se da la vuelta, empiezan a caer lagrimas de sus mejillas, comienza a andar. Él, inmóvil, sin saber qué hacer. Cuando ella está apunto de desaparecer de su vista, él la detiene)
-TE QUIERO, te quiero... Por favor no te vayas, quiero estar contigo las 25 horas del día, te quiero.
(Ella se para en seco, se gira y con la cara empapada comienza a correr hacia él. Le abraza)
-Siempre...
-Siempre.