miércoles, 14 de noviembre de 2012

Perdóname, ángel.

Me pregunto cómo la mejor y la peor persona del mundo pueden convivir juntas. Cómo lo mejor que ha existido es capaz de hacer vida con lo peor que podría existir. De dónde diablos saca el ángel todo el amor, la paciencia y la fuerza para soportar al demonio, y por qué rayos el demonio no le muestra todo el cariño y respeto al ángel más bonito de todos. Dime, ángel, por qué te mueres por el fuego del demonio, y serías capaz de perder las alas por bajar al infierno. Por qué no quieres a alguien de tu calibre, en vez de a mí, que te hago tanto daño. Por qué cuando te ataco, cuando no te espero, ni te miro, sigues ahí.

Puede que el diablo no sea tan malo, y que esté loco por el ángel, tan locamente perdido por él, que no sea capaz de controlarlo. No sabe si serán sus andares, su sonrisa, su pelo, su olor, su sonrisa, sus coloretes, su sonrisa, sus arruguillas, su 'culín', su sonrisa, su sonrisa, su sonrisa o qué coños será. A lo mejor no es nada de eso, o todo ello junto. 
Ángel y demonio, aunque parezca impensable, encajan a la perfección. Sin no existiese el demonio, tampoco existiría el ángel. Cada palabra tiene su antónimo, y cada número su opuesto.
Qué tendrá el demonio, para tener a sus pies al ángel... Nadie lo sabe.

Y perdóname ángel, por todo lo que te he hecho. Sabes más que nadie lo mucho que te quiero.

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