sábado, 22 de abril de 2017

And all the things you do.

Te tengo delante.
Te tengo delante y no puedo parar de mirarte.
Te tengo delate y no puedo parar de mirarte, aunque sea de reojo.
Aunque no quiera mirarte, te tengo delante.
Cada cinco segundos mi cerebro manda un mensaje general a todo mi cuerpo: no-le-mires.

Cuando soy capaz de asumirlo
y cumplirlo,
la parte más incontrolable de mí se rebela.
Porque me estas mirando.
Por qué me estás mirando.
Si fueras consciente de lo que despierta en mí sentir cómo lo haces...

Levanto la vista de la pantalla del ordenador.
Ahí estás.
Ahí estás con tus ojos del color de la miel más dulce que puedes llegar a probar nunca.
Provocando que mis ojos color chocolate se derritan.
Ya está.
No soy capaz.
Me había prometido que iba a cambiar.
Yo iba a ser capaz de mantener el muro que yo misma había colocado.
Pero no.
Tú estás al otro lado.
Indiferente.
No eres consciente.
No eres consciente de que con el simple hecho de dirigir un solo segundo tu vista hacia mí me (lo) destruyes por completo.
Una y otra vez.
Y ya me vale.

Pero es que no necesito más.
No necesito más que sentir cómo me miras para que salten todas mis alarmas.

Tú no me ves.        Solo miras.
Ojalá lo hicieras.   Ojalá no lo hicieras.





Una parte de mí odia quererte.
La otra está feliz,
porque aunque sea en solitario
está muy orgullosa de saber quererte bien.

sábado, 30 de julio de 2016

Titanic

He venido a refugiarme al único sitio que me queda. Mi único sitio. Mi sitio. Mi. Sitio. Mío. Necesito encontrarme a gusto aunque solo sea por un rato. Me queda un 7% de tiempo para quedarme a gusto aquí. En realidad me queda un 8, pero siempre le he tenido tirria a ese número. 
No sé muy bien qué quiero decir hoy, y no sé como filtrar lo que sea que tengo que decir. Hablo desde el enfado, la rabia, el orgullo y la tristeza. Mi porcentaje de algo bueno es más bajo que la batería que me queda. 
También hablo desde la soledad. Porque lo he elegido. Sentirlo, no hablarlo. Me estoy "librando" de todas aquellas personas que lleven aroma del pasado. Todas. Hasta las más pesadas. 
Y lejos de sentirme libre me siento triste. Me siento en el suelo de la misma jaula pero con menos compañía. 
Decido apartarles de mi lado pero luego siempre les echo de menos. Me da pena y nostalgia acabar con años de amistad por mis demonios e inseguridades. Pero si no puedo convivir ni conmigo misma cómo  voy a convivir con nadie más. Mi barco se hunde, y yo con él.