Puedo apreciar a una persona en su presencia o en su ausencia.
Te quiero cuando estás lo suficientemente cerca como para quemarme, y también cuando estás tan lejos que no pienso en otra cosa que no sea bañarme en tu calor. Cuando estás ausente y soy yo la que hace que vuelvas al mundo (a mi mundo), cuando no estás y me toca imaginar como sería tu olor en ese momento, y qué sonido produciría tu risa tras mis intentos de hacerla estallar. Te quiero y me quieres. Lo demás llega solo, y solo son pluses. El plús de estar contigo a solas. Comernos a besos (y que la magia haga el resto). Te quiero, y punto.
Y es que quiero ser tan dura como el hierro, pero me derrito con tu olor.
QUE LAS GANAS SE DISUELVAN EN EL ROCE
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